lunes, 7 de abril de 2008

El conocimiento religioso
Para plantearnos la naturaleza del conocimiento religioso podemos comenzar con lo
que podemos llamar el conocimiento humano. Este conocimiento implica sobre todo el
conocimiento interpersonal, es decir, aquel que tenemos de otra persona como sujeto y
que a su vez nos conoce y establece una relación con nosotros. Sentirnos conocidos y
queridos por la persona que conocemos y queremos es una experiencia común de la vida
que se sale del conocimiento objetivizante de la ciencia. La ciencia necesariamente
convierte lo conocido en un objeto, aunque este sea el hombre. Sobre el conocimiento
interpersonal se basa el lenguaje humano, que trasciende el lenguaje de la ciencia.
El lenguaje humano nos abre el camino hacia el lenguaje religioso. En la experiencia
religiosa que tiene una semejanza con la humana, se establece de alguna manera una
relación personal. Las preguntas sobre el sentido de la existencia y sobre el bien y el
mal, nos llevan a la pregunta sobre su fundamento último y últimamente a la pregunta
sobre Dios. Pero, para estas preguntas no hay una respuesta desde la ciencia, como
tampoco la hay para nuestras relaciones interpersonales. A este ámbito pertenece la
esfera de lo religioso, pero, aunque nuestro conocimiento de Dios se parece al que
tenemos de una persona con la que nos relacionamos, el misterio de Dios se escapa a la
comprensión humana y el lenguaje con el que lo expresamos siempre es inadecuado.
Por otro lado, como la ciencia no tiene una última palabra, sino una palabra siempre
incompleta sobre la realidad, la ciencia no es la única fuente de conocimiento. En efecto
el hombre se hace muchas preguntas que caen fuera de la competencia de la ciencia y a
las que la ciencia misma no puede responder. Son preguntas como. ¿Por qué existe el
universo? ¿Por qué existimos nosotros? ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Por qué
existen el bien y mal en el mundo? ¿ Por que es mejor portarse bien que mal? Estas
preguntas se refieren al sentido de la existencia y la fuente de las valoraciones éticas. A
estas preguntas que la ciencia no puede responder, ofrece respuestas el pensamiento
religioso. La religión ofrece un sentido último de la vida y la realidad y un fundamento
para las valoraciones éticas. De hecho, para una gran mayoría de los hombres, el
sentimiento religioso sigue siendo hoy la fuente de sentido e inspiración en sus vidas.
En las últimas encuestas a nivel global mas de un 80% de la población mundial se
declaran religiosos de una u otra religión.

De un modo muy general podemos referirnos al conocimiento religioso como aquel
que trata de concebir la persona y la realidad que le rodea relacionada con la divinidad,
es decir, con una realidad que está por encima de nosotros y nuestro mundo. Tanto el
concepto de divinidad como el de su relación con la realidad tiene en las distintas
tradiciones religiosas formas muy distintas. Esta va desde una divinidad difusa, a veces
no distinta de la naturaleza misma, de formas panteístas en las tradiciones orientales a
las de un Dios transcendente, personal, creador y providente de las tradiciones judía,
cristiana, e islámica. A todas ellas es común que la realidad material no es lo único y
que ella no se da sentido a sí misma. La aceptación de la divinidad se funda en la fe, que
puede apoyarse en indicios presentes en la realidad de la propia persona y del mundo
que le rodea. Es razonable, pero no es la consecuencia de un razonamiento o una
inferencia semejante a las de la ciencia12.


El análisis del conocimiento científico y religioso nos lleva a que ninguno puede suplir
al otro. La ciencia, como ya hemos visto, no es el único conocimiento de objetividad
absoluta fuera del cual no queda nada, como pretendía el positivismo. Existen otras
perspectivas de conocimiento humano que cubren campos de la vida no alcanzables por
la ciencia, como el sentimiento estético, los valores éticos, las relaciones humanas y las
experiencias religiosas. Tampoco desde la ciencia se puede crear una religiosidad,
como a veces se ha intentado, sin violar su propia naturaleza. La ciencia ha sido creada
para explicar el funcionamiento de los fenómenos de la naturaleza y no puede usarse
para dar sentido a la vida o para fundamentar las normas del comportamiento. La
religión no pretende explicar el orden del universo, sino acercarnos al misterio
transcendente e inmanente de Dios que da fundamento a la realidad y desde él trata de
ordenar nuestras relaciones con los demás hombres y con el mundo. Las ciencias no
pueden, por lo tanto, ni negar ni probar la existencia de la divinidad a la que llegamos
por el camino del conocimiento religioso. Negar la validez del conocimiento religioso,
por que no se adapta a las reglas del conocimiento científico, es no reconocer la riqueza
y variedad del conocimiento humano, que no se agota con la visión científica. Sin
embargo, estos dos tipos de conocimiento no son totalmente estancos. Al fin, la realidad
es una sola y sobre ella tratan estos dos tipos de conocimiento. Por lo tanto, aunque
entre si no converjan, entre ellos debe haber una interrelación y diálogo. Estos dos tipos
de conocimiento deben de estar abiertos el uno al otro y dejarse interrogar y enriquecer
mutuamente.

No hay comentarios: